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El futuro de la Humanidad

Como integrante de uno de los pueblos oprimidos, el argentino, propongo que estudiemos, serenamente, qué lugar ocupamos u ocuparemos en estos conflictos. Para no perder los beneficios adquiridos. Y a la vez acceder al futuro progreso económico y tecnológico mundial, que posiblemente se avecina.

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Vivimos un periodo en el cual se definirá el dominio del mundo.

De una parte combaten los Estados Unidos y los países europeos.
Del otro, Rusia y China.

Una tercera falange en esta lucha la constituimos los pueblos.

Ambas potencias dominantes de cada lado ofrecen para nosotros —el pueblo— peligros y beneficios. 

Los beneficios que ofrecen los países del Este, son:
La estabilidad económica para todas y todos.
El sostenido progreso en el plano tecnológico y material.
Sus peligros: 
Regímenes autoritarios en lo político.
Retroceso en derechos adquiridos de las minorías étnicas, de género y culturales.

Los peligros de Occidente son:
Retroceso económico prácticamente hasta la esclavitud de inmensas mayorías en todo el mundo.
Concentración para el 1 % millonario de las ganancias, riquezas materiales y dominio absoluto de la tecnología.
Los beneficios, hasta ahora, son:
Democracias bastante laxas, que permiten vaivenes, a veces auspiciosos, en la situación de los más desfavorecidos.
Concesiones, desde los poderes, a las minorías identitarias, culturales, de género y otras.

Una de las dos potencias concentradas ganará pronto la contienda. Desde mi modesta posición, creo que será la del Este. 

Como integrante de uno de los pueblos oprimidos, el argentino, propongo que estudiemos, serenamente, qué lugar ocupamos u ocuparemos en estos conflictos. Para no perder los beneficios adquiridos. Y a la vez acceder al futuro progreso económico y tecnológico mundial, que posiblemente se avecina. Librándonos, en el camino, de la asfixiante lápida institucional que, hoy, nos agobia.

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